lunes, 16 de noviembre de 2015

Odisea Canto XVII El perro Argos reconoce a Odiseo

Así hablaban entre sí. Entonces un perro que estaba tumbado enderezó la cabeza y las orejas,
el perro Argos, a quien el sufridor Odiseo había criado, aunque no pudo disfrutar de él, pues
antes se marchó a la divina Ilión. Al principio le solían llevar los jóvenes a perseguir cabras
montaraces, ciervos y liebres, pero ahora yacía despreciado -una vez que se hubo ausentado
Odiseo- entre el estiércol de mulos y vacas que estaba amontonado ante la puerta a fin de que
los siervos de Odiseo se lo llevaran para abonar sus extensos campos. Allí estaba tumbado el
perro Argos, lleno de pulgas. Cuando vio a Odiseo cerca,
entonces sí que movió la cola y dejó caer sus orejas, pero ya no podia acercarse a su amo.
Entonces Odiseo, que le vio desde lejos, se enjugó una lágrima sin que se percatara Eumeo y
le preguntó:
«Eumeo, es extraño que este perro esté tumbado entre el estiércol. Su cuerpo es hermoso,
aunque ignoro si, además de hermoso, era rápido en la carrera o, por el contrario, era como
esos perros falderos que crían los señores por lujo.»
Y contestándole dijiste, porquero Eumeo:
«Este perro era de un hombre que ha muerto lejos de aquí. Si su cuerpo y obras fueron como
cuando lo dejó Odiseo al marchar a Troya, pronto lo admirarías al contemplar su rapidez y
vigor, que nunca salía huyendo de ninguna bestia en la profundidad del espeso bosque cuando
la perseguía-pues también era muy diestro en seguir el rastro. Pero ahora lo tiene vencido la
desgracia, pues su amo ha perecido lejos de su patria y las mujeres no se cuidan de él; que los
siervos, cuando los amos ya no mandan, no quieren hacer los trabajos que les corresponden,
pues Zeus, que ve a lo ancho, quita a un hombre la mitad de su valía cuando le alcanza el día
de la esclavitud.»
Así diciendo entró en la morada, agradable para vivir, y se fue derecho por el mégaron en
busca de los ilustres pretendientes. Y a Argos le arrebató el destino de la negra muerte al ver a
Odiseo después de veinte años.
  
Nos encontramos delante del canto XVII de la Odisea de Homero. 
En este relato nos cuenta como Odiseo de vuelta a Ítaca, su patria ve como Argos, su perro, tras su viaje a Troya, los criados y las sirvientas lo desatienden y lo dejan abandonado. Este tras ver el estado de su perro se conmueve, derrama una lágrima y sigue su camino. Le pregunta a Eumeo cuál es la causa del estado del animal. Este último le responde que el amo del perro marchó hace mucho tiempo y se sospecha que falleció. Odiseo se extraña de que hayan abandonado así al animal teniendo esa belleza. Cuando Argos reconoció a su amo levantó las orejas en señal de felicidad y pudo morir en paz habiendo visto a su querido amo por última vez. 
El estilo de este canto es propio de la Odisea, dando señales de dramatización. El lenguaje es culto . Fue escrita originalmente en verso por Homero, pero esta versión es adaptada a la prosa.
El género es épico antiguo porque está escrita en la época clásica de Grecia.

Valoración personal: Este fragmento es una muestra de fidelidad de un perro hacia su amo, pues Argos no muere en paz hasta haber visto a su amo después de veinte años en la Guerra de Troya. Es novedoso este canto ya que esta escena está sacada de la vida cotidiana, comparado con otras obras de este tipo como Ilíada o Teogonía es raro ver este tipo de escena.

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